Érase una vez en un reino lejano, donde los rayos dorados del sol acariciaban castillos antiguos y bosques encantados, vivía un príncipe llamado Carlos, era muy solitario, cosa que preocupaba al rey, ya que era el único heredero al trono. El príncipe disfrutaba de largos paseos en su caballo y solía recorrer varios pueblos vecinos. En uno de sus paseos, se detuvo en una tienda a comprar lo necesario para continuar el viaje, al salir se encontró con una doncella conversando alegremente con su leal caballo, mientras lo acariciaba. Intrigado, decidió entablar conversación con la desconocida, descubrió que ella provenía de un pueblo cercano, vendía pócimas mágicas y le gustaban mucho los animales. A medida que compartían historias y risas, el príncipe empezó a sentir una conexión única. La invitó a visitar el reino y con mucho entusiasmo ella aceptó. De camino al castillo fueron creando maravillosos recuerdos que iluminaban sus vidas. La tristeza del príncipe comenzó a desaparecer, y su castillo se llenó de risas y alegría. Ninguno de los dos contaba con que en las sombras una malvada bruja, que había perdido su poder en el reino, los estuviera acechando, tramando un plan para alejarlos. Una tarde, el príncipe estaba buscando un libro para su amada, encontró uno que llamó mucho su atención, cuando lo abrió descubrió que su reciente compañera era Tina, la princesa perdida, de quien la malvada bruja se vengó luego de que sus padres la expulsaran del reino. Corrió a contarle la verdad, pero la bruja lo detuvo, convirtiéndolo en un tierno gatito gris. El príncipe, ahora convertido en gatito, continuó buscando a la princesa. Cuando al fin pudo encontrarla, intentó hablar, pero de su boca solo salió un maullido, a pesar de todos sus esfuerzos solo lograba maullar. Tina lo recogió en sus brazos, encantada de tener una nueva mascota, sin saber de quién se trataba. Estaba tan feliz que quería mostrárselo al príncipe, pero no podía encontrarlo en ningún lado. Se dirigió a la enorme biblioteca al recordar que él había ido allí, cuando entró vio aquel libro, enterándose así de que era la princesa. El gatito no dejaba de intentar llamar su atención, y en ese momento, apareció nuevamente la bruja, diciéndole que ahora sería la reina y el príncipe no volvería a ser humano. Al enterarse de esto, la princesa corrió con el gatito hacia un lugar seguro, intentando que la bruja no los atrapara. La princesa engañó a la bruja y logró encerrarla en una gran jaula, usando una de sus pócimas para sellarla y que nunca pueda escaparse. Abrazó muy fuerte al príncipe y le dio un besito. Se dirigió a la cocina del castillo para poder crear la cura; allí cocinó una donita mágica, ya que al príncipe le encantaban, este la comió muy feliz recuperando nuevamente su forma humana. A partir de ese momento ambos comprendieron que se amaban aún más de lo que creían. El día de la coronación, Carlos sorprendió a Tina proponiéndole matrimonio y se casaron ahí mismo sin dudarlo. Vivieron felices por siempre y tuvieron muchos gatitos gorditos.